Existe una tendencia generalizada que consiste en asociar el uso de hardware viejo con el uso, o instalación, de software viejo; de modo tal que, tanto hardware como software, resulten coetáneos.
Esta idea de vincular hardware viejo con software viejo en principio parece lógica, pero basta analizarla un poco para convencernos que nada está más lejos de la realidad.
Frecuentemente me encuentro con hardware que hoy podemos considerar viejo (Pentium III, Pentium IV, etc) ofreciendo servicios importantes, como DNS, Proxy, filtros antispam y antivirus, para correo electrónico, etc. Esto lo he visto no sólo en pequeñas empresas, sino también en medianas y grandes.
En muchos de estos casos me resulta llamativo la resistencia que se suele ofrecer a actualizar el software que se está ejecutando sobre esos equipos argumentando cosas como: “Esos equipos son viejos, no podemos actualizar el software. Estamos pensando en reemplazar los equipos para poder actualizar el software”
Lo que uno pretende de una nueva versión de un software es que ésta sea mejor, y cuando hablamos de mejor software, no hablamos necesariamente de nuevas funcionalidades, lo que podríamos definir como más, sino que pretendemos, estrictamente, que sea mejor.
Que un software sea mejor implica, entre otras cosas, que haga un mejor uso de los recursos de hardware que utiliza para funcionar, es decir, un mejor uso de la memoria, un mejor uso de CPU, un mejor uso de los dispositivos del almacenamiento, etc. Podemos decir, entonces, que una nueva versión de software será mejor que la anterior si hace un uso más eficaz de todos los recursos de hardware que éste necesita.
Este razonamiento suena mejor, ¿no? Incluso suena mucho más coherente ¿no le parece?
No estoy muy seguro de cómo funciona esto de la evolución del software en todas las plataformas y en todos los sistemas operativos, pero si lo estoy sobre como funciona dentro del modelo de software libre; y sobre GNU/Linux en particular.
Como administrador de sistemas GNU/Linux puedo asegurar, y hasta demostrar, que cada nueva versión de software es realmente mejor a la anterior, al punto que, en hardware viejo lo mejor es instalar las versiones de software más nuevas en vez de versiones viejas.
El hardware debe dimensionarse según el uso y la carga de trabajo que recibirá, y no por el software que en él se ejecutará.
Si la mayor carga de trabajo que el hardware debe soportar es ejecutar un sistema operativo, y sus servicios, probablemente algo no esté bien, y casi con seguridad el costo de su infraestructura no tendrá ninguna relación con los servicios que ofrece.