A cada rato leemos de acerca de las calamidades que provocan los “truchos” en nuestro país, culpables aparentemente de pérdidas fantastillonarias por parte de benefactoras corporaciones trasnacionales, amén de sospechosos de financiar el terrorismo internacional, difundir virus informáticos, y un sinnúmero de disparates similares. Sin embargo, ¿cuántas veces nos pasa que el único medio que nos queda para ejercer nuestro legítimo derecho pasa por lo trucho?
Andrea no quería saber nada con esas cosas raras de bajar música por Internet: había leído que las discográficas demandan a los que hacen esas cosas, y a ella no le gustaba correr riesgos. Así que cuando se abrió la tienda de música de MSN, Andrea comenzó a comprar toda su música allí, que además venía “protegida” con un sistema llamado “PlaysForSure” (algo así como “SeguroQueSuena”). Este sistema le permitía a Andrea escuchar la música que compraba en cualquier dispositivo compatible con PlaysForSure: todo lo que tenía que hacer era conectarlo brevemente a Internet y “autorizarlo”.
Hace unos días, sin embargo, Andrea se encontró con una complicación inesperada: un correo electrónico de Rob Bennet, gerente general de servicios de entretenimiento y video de MSN, anunciando que los servidores de autorización de PlaysForSure van a ser desconectados el 31 de agosto de este año. Esto quiere decir que Andrea no podrá escuchar su música en dispositivos que compre después de esa fecha, porque no podrá autorizarlos. Es cierto: va a poder seguir escuchándolos en su computadora actual — a menos que se rompa, o haga falta un upgrade signficativo de hardware o de sistema operativo. Cuando algo de eso pase, Andrea se queda sin la música por la que pagó.
La única manera que Andrea tiene de hacer valer su derecho a escuchar su música sin comprarla de nuevo es (¡horror!) recurriendo a alguno de los cracks que existen para deshabilitar PlaysForSure, o (¡horror de los horrores!) simplemente bajarla de Internet, trucha quizás, pero limpia y sin trabas tecnológicas.
Beto compró un celular y una línea en una prestadora de servicios, pero ahora se encuentra con que hay una oferta que le conviene más en otra operadora. El contrato decía que Beto se comprometía a usar ese celular por al menos un año con esa línea, pero eso fue hace un año y medio, de modo que ahora el aparato es suyo para hacer con él lo que quiera. Beto contrata la otra línea, sin teléfono, y va a las oficinas de su vieja operadora para que le “destraben” el celular, pero resulta que no es tan fácil: un empleado le informa que debido a la manera en la que funciona el sistema, sólo se lo pueden destrabar cuando termine el período de facturación, pero tienen que desactivar la línea ahora, porque de lo contrario cuando termine el período le van a generar un nuevo débito y hay que esperar un mes más…
Beto tiene en sus manos un celular suyo, que compró con dinero legítimo y que tiene derecho a usar como quiera, pero el diseño del software de la empresa donde lo compró, arbitrariamente, le impide ejercerlo. ¿La solución? Un paseo por la “zona roja” de los celulares, a que algún trucho piadoso le libere su propio aparato.
Claudia compró una laptop, y venía con el Windows incluído. Anduvo bien un tiempo, pero al cabo de un par de meses la máquina se le trabó de tal manera que decidió reinstalar el sistema operativo de cero. Cuando buscó los CDs que habían venido con la máquina, se dió cuenta de que Darío (5 años, un torbellino) los había estado usando para jugar con el perro, y eran inservibles. ¿Y ahora? Ni Microsoft ni el proveedor de la laptop entregan CDs de repuesto. La única manera que Claudia tiene de poner a funcionar nuevamente su máquina es acudiendo a los clasificados del diario, donde algún trucho emprendedor le proveerá por $10 un CD con una copia del software, de modo que pueda ejercer el derecho que tiene a instalar un sistema operativo por el que pagó.
En nombre de Andrea, Beto, Claudia, y de todos los que alguna vez hemos sido víctimas de los que venden pero no entregan, de los que cambian las reglas en medio del partido, de los que reclaman todo para sí, vaya un saludo a todos los truchos que nos ayudan a restablecer nuestro derecho, y un reconocimiento a la necesaria función social que cumplen. No nos dejen solos, los necesitamos.