Treinta y dos

globos    «Todos los números son interesantes», dijo Martin Gardner, y mucha razón tenía.

32 es la quinta potencia de dos,
es el código telefónico internacional de Bélgica.
A los 32º Fahrenheit el agua se congela;
32 piezas se disponen sobre un tablero de ajedrez,
y hay 32 piezas dentales hay en nuestra boca.
32 es también un número compuesto,
al mismo tiempo que es un número defectivo.
Por estas, y algunas otras cosas
32 es un número interesante y especial.

Solemos prestar atención a los cambios de década, pero cumplir 32 años tienen una particularidad muy interesante; casi más interesante que un cambio de década. Hasta el año pasado, yo podía describir mi edad utilizando 5 bits —los mismos 5 bits que vengo utilizando desde los 16—, pero a partir de hoy necesito, como mínimo, 6 bits. Esto es bastante importante e interesante, ya que, con estos 6 bits, me alcanzará hasta los 63 años.

Por estas, y varias cosas más, el cumpleaños número 32 es muy especial; y créanme que estoy muy contento y feliz de poder cumplirlos.

¡Feliz cumpleaños a mi! 🙂

El poder de las palabras

Helena de Troya era considerada hija de Zeus. Portadora de una gran belleza era pretendida por muchos héroes y príncipes. Helena fue seducida por Paris, príncipe de Troya, lo que dio origen a la Guerra de Troya. Algunos consideran que Helena abandonó —o traicionó— a su esposo, ya que Paris nunca la «raptó», sino que ella voluntariamente decidió irse con él. El filósofo griego Gorgias justificó a Helena argumentando que en realidad ella no fue una traidora al abandonar a su marido; según él, la inocencia de Helena era evidente porque había sido seducida por el poder de las palabras de Paris. Para Gorgias, «ser seducido por las palabras» equivale a «ser raptado»: el poder de los argumentos es irresistible y frente a ellos casi no hay posibilidad de defenderse. Estas fueron las palabras del filósofo griego:

La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas absolutamente divinas. En efecto, puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la compasión. Las sugestiones inspiradas mediante la palabra producen el placer y apartan el dolor. La fuerza de la sugestión, adueñándose de la opinión del alma, la domina, la convence, y la transforma como por una fascinación.

La fascinación que ejerce la palabra sirve de extravío del alma y de engaño a la opinión. ¡Cuántos han engañado con la exposición hábil de un razonamiento erróneo! Y, por tanto ¿qué causa pudo impedir que de un modo análogo la sugestión dominase a Helena con el mismo resultado que si la hubiera raptado violentamente? Pues la fuerza de la persuasión, de la que nació el proyecto de Helena, es imposible de resistir y por ello no da lugar a censura, ya que tiene el mismo poder que el destino.

En efecto, la palabra que persuade obliga al alma a obedecer sus mandatos y a aprobar sus actos. Por tanto, el que infunde una persuasión, en cuanto priva de la libertad, obra injustamente, pero quien es persuadida (Helena), en cuanto es privada de la libertad por la palabra, sólo por error puede ser censurada.

La misma proporción hay entre el poder de la palabra respecto de la disposición del alma, que entre el poder de los medicamentos con relación al cuerpo. Así como unos medicamentos eliminan  la enfermedad y otros la vida, así también unas palabras producen tristeza, otras placer, otras temor, otras infunden en los oyentes coraje, y otras mediante una maligna persuasión engañan el alma.

Con esta exposición Gorgias nos pone frente a una realidad que muchas veces desconocemos, y por lo tanto descuidamos: el poder de las palabras, poder que logra hechizar, persuadir y transformar la razón y el alma, y poder del que, muchas veces, no podemos escaparnos con facilidad. Oscar Wilde daba un ejemplo de éste poder; él decía: es más fácil engañar a la gente, que convencerla de que ha sido engañada.

Minería «a cuento abierto»

Hace poco escribí algo sobre la lixiviación, un proceso tan controversial como peligroso y contaminante. Ese artículo finalizaba con la invitación a informarnos sobre ese proceso y sobre la minería a cielo abierto en general, porque —decía— no teníamos otra forma de poder defender nuestros recursos naturales. Decía también que a través de nuestros representantes podíamos (o debíamos) exigir la aplicación de los controles necesarios. En este punto estamos complicados, o por lo menos nos queda mucho camino por recorrer.

Una de las provincias más afectadas por la minería a cielo abierto —y por la lixiviación— es la provincia de San Juan. Seguramente te suena (aunque sea de nombre) Pascua-Lama. Pascua es una localidad que pertenece a Chile y Lama, pertenece a San Juan, Argentina; Pascua-Lama es el nombre que se le dio a un gran proyecto de minería a cielo abierto que ocupa las dos localidades. Este proyecto fue conflictivo desde sus comienzos, y su autorización, habilitación e impacto ambiental fueron algunos de los temas que se trataron en la Cámara de Diputados de la Nación. Mirá lo que decían algunas personas que —se supone— nos representan:

Sr. Tomás, Hector Daniel (Diputado por San Juan. Frente Para la Victoria)

[…] Hoy, el oro se saca de la roca utilizando cianuro, pero no es el cianuro que contamina, sino un cianuro que se diluye con agua y cal. Este es el cianuro que se utiliza en un sistema de reciclado de agua, porque no vamos a derrocharla. No nos sobra el agua.

Hector Daniel Tomas dijo esto en la Honrable Cámara de Diputados el 14 de Julio de 2010, con motivo de tratarse el régimen de presupuestos mínimos para la preservación de los glaciares y del ambiente periglacial. Si te parece que no puede ser, podés leerlo vos mismo desde acá; desde la página de la Cámara de Diputados.

El señor Tomás desconoce que:

  1. No existe el cianuro que no contamina. Sólo existe el cianuro; y es altamente tóxico y contaminante.
  2. En el proceso de lixiviación, al agua cianurada se le agrega cal para evitar su gasificación, un gas tan dañino que incluso trabajando a cielo abierto las proximidades pueden compararse con una cámara de gas.

Pero el señor Tomás no estaba solo:

Sr. Gioja, Juan Carlos (Diputado por San Juan. Frente Para la Victoria)

[…] Se dice que en el emprendimiento minero se utilizan 230 millones de metros cúbicos de agua. Este dato proviene de una ignorancia absoluta. En principio, no se consume ni un litro de agua: sí se usa el agua pero, luego de utilizada, se clarifica y vuelve al río. Esta es una muestra de la cantidad de zonceras que se están diciendo.

Está claro, ¿no? No se consume ni un litro de agua. Bueno, sí, pero vuelve clarita al río, porque todos sabemos que agua clara no puede ser agua contaminada. Si también te parece una exageración que un diputado pueda haber dicho esto, también lo podés leer de la página de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación; acá.

¿Ves porqué es imprescindible que estemos mínimamente al tanto de estas cosas? Estos tipos, incluso sabiendo que lo que dicen queda registrado y es de acceso público, dicen cualquier barbaridad, no les importa. Parece que no tienen ningún interés en representarnos, y mucho menos en defender lo público, ni en defender nuestros recursos naturales.

Hay dos cosas que podemos rescatar:

  1. Tenemos que informarnos más para poder exigir y controlar, no alcanza con votar. Incluso luego tenemos que poder controlar a quienes votamos.
  2. Tomás y Gioja no debería obtener nunca más una banca en diputados (ni en ningún cargo público)

Quienes deberían representarnos y poner los intereses nacionales por delante de cualquier cosa, evidentemente no lo hacen. Yo puse acá dos casos que a mi me llamaron la atención, pero no es por culpa exclusiva de estos dos tipos que el proyecto Pascua-Lama esté hoy en día funcionando, contaminando el agua y la salud de miles de Argentinos.

Lamentablemente estas cosas es más difícil revertirlas que evitarlas. Creo que ahora, más que antes, está —casi exclusivamente— en nosotros exigir el tratamiento y revisión de todo lo hecho. No creo que veamos mucha iniciativa por parte de los gobiernos, incluso tampoco por parte de los grandes medios de comunicación, somos nosotros los que tenemos que exigir el tratamiento de estos temas, y sin duda, para eso, tenemos que saber mínimamente de qué se trata todo esto.

Algunos lugares donde podés encontrar más información:

Arte decorativo

He cometido el error de hacer solo una publicación mostrando la veta artística de mi mamucha; dejé pasar tanto tiempo que se juntaron muchas cosas, y muchas técnicas distintas y nuevas. Voy a revertir un poco esto e ir mostrando todas las cosas que en este tiempo fue haciendo. En esta ocasión —y tratando de mantener algún orden cronológico con la publicación anterior— seguimos con pintura: platos decorativos.

Algunos platos frutales

 

Algo de arte precolombino

 

Dentro de poco voy a ir publicando más cosas, como por ejemplo: vitro fusión, rompecabezas, más técnicas de pintura, paspartú, etc.

¡Muy bien, mamu! ¡Felicitaciones!

Lixiviación

Aunque esta palabra suena un poco rara, posiblemente la hayas escuchado y leído algunas veces. Si no fue así, prestále atención y tratá de recordarla: lixiviación.

La lixiviación es un proceso químico, y lo podemos definir como el tratamiento de un mineral, con un disolvente para separar sus partes solubles de las insolubles. La parte que nos interesa de esto, es que el proceso de lixiviación se utiliza cada vez con mayor frecuencia en la minería, para la extracción de minerales como plata y oro, y eso lo convierte en un proceso altamente contaminante de un recurso —dentro de muy poco— más valioso que el mismo oro: el agua.

El oro ya no se encuentra en vetas visibles, como en el pasado, sino diseminado en las rocas en proporciones microscópicas, y ésta es la razón por la cual para su extracción se utiliza el proceso de lixiviación. El proceso consiste en mezclar la roca molida —donde yace el mineral precioso— con una solución de cianuro y agua. El cianuro al unirse con los átomos de oro, los separa de los otros minerales que integran la roca y así se obtiene el oro «puro».

En la actualidad los yacimientos de oro son cada vez más pobres en oro «concreto», y se estima que la relación de presencia de oro es de 0,5 gramos de oro por tonelada de roca. Hay estudios que indican que la proporción es más alta, y que en promedio se llega a 1,2 gramos de oro por tonelada. En lo que todos coinciden es en que la relación oro – roca será cada vez menor.

Según un documento del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, una explotación de oro de tamaño mediano que procesa 25.000 toneladas de roca por día, tiene las siguientes características:

  • produce 25 kilogramos de oro
  • consume 35.500.000 de litros de agua
  • y utiliza 4 toneladas de cianuro.

Al finalizar cada día se obtienen 25 kilos de oro; y se dejan más de 35 millones de litros de agua contaminados con cianuro. Por día. Los peligros para los trabajadores y el medio ambiente como consecuencia de la lixiviación son numerosos, especialmente porque ocurre a menudo al aire libre: a cielo abierto.

El proceso de lixiviación en la extracción de oro es muy controvertido: por un lado está la alta toxicidad del cianuro y por otro su rápida descomposición cuando está en contacto con la luz del sol. A pesar de que el cianuro se descompone rápidamente cuando está expuesto a la luz solar, se utilizan también otros productos, como cianatos, que pueden persistir durante varios años en el medio ambiente.

Los accidentes mineros con cianuro (derrame de cianuro) no suelen tener a los seres humanos como víctimas directas, ya que una vez producido, las personas pueden ser advertidas, evitando así intoxicaciones, y darse tratamiento rápido a aquellos que puedan haberla sufrido. Por otro lado, incluso sin haberse producido accidentes de derrame de cianuro, el incremento de los casos de cáncer en las zonas mineras llega a elevarse hasta en un 150%. En lo que se refiere al medio ambiente, los derrames de cianuro suelen tener un efecto devastador, especialmente sobre los ríos y sus áreas de influencia. Los peces son las víctimas más evidentes, pero en realidad colapsa toda la cadena alimentaria, comenzando por el fitoplancton y alcanzando incluso a las aves pescadoras.

Si estas cifras y datos te resultan llamativos o preocupantes, sumemos otro dato más: éste tipo de explotación minera se está realizando hoy en Argentina, y como consecuencia de esto se están contaminando zonas manantiales, áreas preglaciares y decenas de ríos que luego descienden sobre 12 provincias que utilizan el agua para consumo personal y riegos. Las empresas que realizan la explotación minera son extranjeras, y les importa muy poco la contaminación ambiental que puedan producir y las secuelas de su accionar.

Evitar daños irreparables depende de nosotros, tanto individualmente como a través de nuestros representantes. Tratemos de no quedarnos de brazos cruzados. Informarse es un buen comienzo, y a lo mejor es también la única forma que tenemos de poder exigir los controles correspondientes.

Sobre la Evolución de la Cultura

Quiero compartir una historia que Darwin cuenta en su libro El origen del hombre. Luego de haber explicado su Teoría de la evolución en El origen de las especies, Darwin aplica las mismas ideas evolutivas pero focalizadas en la evolución de la especie humana, especialmente en su  evolución biológica. En este libro Darwin aborda temas como la psicología evolutiva y la ética evolutiva. Según el autor, la historia es verídica, y él la utiliza para hablar sobre la evolución de la cultura y la sociedad.

El doctor Landor cumplía las funciones de magistrado (lo que hoy sería un Juez) en el Oeste de Australia. Un día un nativo que acababa de perder a su esposa (a raíz de una enfermedad) fue a decirle que «se marchaba a una tribu lejana a asesinar a una mujer, como sacrificio a la memoria de su esposa». El magistrado lo amenazó con enviarlo directo a la cárcel, para siempre, si es que cometía ese asesinato; así que el nativo permaneció en la granja durante algunos meses, pero fue adelgazando hasta quedarse en los huesos; se quejaba de que no era capaz de comer ni de descansar, ya que el espíritu de su esposa le perseguía por no haber cobrado una vida en pago de la de ella.

Acá me gustaría hacer una pausa, y que puedas pensar un momento en esa parte del relato, sobre todo en el nativo y su pensamiento. El relato continúa, no sólo para cerrar la historia, sino para agregar más ideas y pensamientos referidos a la evolución cultural del hombre.

El juez se mantuvo firme en su amenazas, asegurándole que nada le salvaría del castigo si llevaba a cabo su crimen. Finalmente el hombre desapareció y no volvió hasta un año después; su aspecto era entonces mejor que nunca y su otra esposa (su nueva esposa) explicó al doctor Landor que el nativo había cumplido su misión, matando a una mujer de una tribu lejana. Era imposible obtener pruebas legales de semejante acto. El nativo no fue encarcelado.

El incumplimiento de una regla que la tribu considera sagrada —señala Darwin— da lugar a los sentimientos más profundos, y esto no tiene nada que ver con el instinto social, excepto en la medida en que esa regla se base en el criterio de la comunidad.

La pregunta que fácilmente surge es: ¿alguien puede creer, hoy en día, que ese australiano que asesinó a una mujer estaba cumpliendo el propósito de su vida y los mandatos de su difunta esposa? Sin duda alguna, todos responderíamos que no.

Está claro que el nativo de la historia se sometía al juicio de sus semejantes (sus iguales en la tribu), y eso era lo único que le importaba, y no los consejos o juicio del magistrado o los de cualquier otro. Por otro lado, cuando el doctor Landor (o cualquiera de nosotros) examina el asunto, emitimos un juicio completamente distinto, ya que aplicamos las normas de nuestra propia comunidad, y de nuestros propios tiempos.

Seguramente que con varios atenuantes y muchas diferencias, este tipo de historias se han ido repitiendo a lo largo de nuestra historia y evolución como seres humanos: cosas que ahora nos parecen espantosas, o demenciales, antes resultaban normales y naturales, y como si fuera poco, nadie se horrorizaba de su realización.

La historia se repite al mismo tiempo que avanza. Nuestra sociedad tiene hoy creencias y convicciones sobre las que toma acciones y decisiones que dentro de algunos años van a ser vistas como barbaridades; como locuras; cosas que seguro se superarán, pero que a los ojos de nuevas generaciones y culturas más evolucionadas nos harán parecer y quedar como seres inferiores.

Improvisación

[ … ]

─Te voy a ser muy sincero ─me dijo en forma muy seria─: ─Los improvisados y las improvisaciones me han salido muy caros hasta ahora; tanto en honorarios como en equipamiento. No quiero improvisados ni improvisaciones.

─Ok. Te voy a ser muy sincero yo también: yo improviso, a veces bastante seguido ─dije con mucha seguridad y tranquilidad─. Cuando algo tiene que andar o andar, cuando «las papas queman», o improviso o no anda. No hay otra, o improvisas, o te tapa el agua.

─No es lo que me dijeron de vos ─me replicó en un tono entre desafiante y amenazante─.

─Probablemente porque no lo sepan, pero improviso. ─Dije con una gran tranquilidad─

─En fin. Hablamos mañana, ¿te parece?

─Dale. Con mucho gusto.

Esta charla me quedó en la cabeza bastante tiempo. Dando vueltas y vueltas. ¡Era un tema muy interesante! Yo improviso, y bastante. Al menos eso creo. ¿Improviso? ¿Está bien improvisar?

Yo me sentía orgulloso de algunas de mis improvisaciones. Hay algunas cosas que hice ─y que salieron bien─ que me pusieron oportunamente muy contento, y cada vez que las recuerdo me alegran mucho; pero ahora resulta que esa idea que yo tenía de la improvisación me la habían puesto «en jaque».

En un momento se me ocurrió buscar que decía el diccionario de improvisar, y me encontré con esto: «Hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación.»

Eso sonaba bastante bien. Esa solución inventada sobre la marcha, y que posiblemente en ningún otro momento hubiera surgido de no ser por la presión y la adrenalina que se genera al saber que algo tiene que funcionar ya; que de alguna forma hay que hacer que esto ande, iba bien con «hacer algo de pronto», pero por alguna razón había gente con una mala imagen de eso, y posiblemente sería por la parte que sigue: «sin estudio ni preparación». Y ahí quedé por un tiempo. Luego reaccioné y lo entendí: «sin estudio ni preparación» está aplicado al «hacer algo de pronto», y ahora estaba muy claro: yo había hecho cosas que no estaban en mis plantes, y sobre las que no había estudiado su factibilidad o idoneidad, pero claramente para poder improvisar uno es quien tiene que haberse preparado y estudiado, y generalmente durante un largo período. Uno es quién no puede improvisar sin estudio ni preparación. Un buen ejemplo de esto son los músicos. Ellos hablan mucho de improvisaciones, y sólo puede improvisar el músico que sabe lo que está haciendo. Los músicos improvisan sobre elementos preestablecidos: notas, acordes, escalas, armonías y demás cosas que deben dominar para poder improvisar y que los espectadores quedemos encantados con la destreza y capacidad de un guitarrista, pianista, o lo que sea. En cualquier otro caso, cuando no se dominan mínimamente esos elementos, más que una improvisación es un delirio de notas pegadas, superpuestas y consecutivas sin ningún sentido que generarían ruido más que música y que estaría más próximo a generarnos sufrimiento que asombro o placer.

Me tomó un tiempo, pero creo que logré comprender bien esto de la improvisación. Está bien improvisar, todos improvisamos, lo que no no está bien, lo que está directamente mal, es el intentar improvisar sobre temas o disciplinas que no dominamos, eso es imposible; eso dista mucho de la improvisación, incluso posiblemente esté mucho más cerca del delirio o la locura de lo que nos imaginamos.

No me subo a la SUBE

Desde el 06/08/2012 la tarjeta SUBE (Sistema Único de Boleto Electrónico) entró en vigencia; esto es: Si tenés la tarjeta, el boleto de trenes y colectivos —en Capital Federal y Provincia de Buenos Aires— te cuesta un poco menos que si no la tenés (el sistema es «único», pero no funciona en todo el país. No sé porqué). Yo soy uno de los que no tiene la tarjeta. No la tramité y no tengo pensado tramitarla. Las razones por las que no me subo a la SUBE son las siguientes:

Privacidad

Para obtener la tarjeta del SUBE es necesario dar unos cuantos datos personales que considero innecesarios y excesivos. Tener que dejar registro del número de DNI, domicilio, teléfono y algunos otros datos me parece demasiado. Considero, además, que el día de mañana, alguien puede hacer uso indebido de la información que pueda reunirse a partir de esta tarjeta, su propietario, y su uso. Si mal no recuerdo el plan SUBE se originó debido a la falta de monedas (en la Capital Federal y Provincia de Buenos Aires, las expendedoras de boletos de los colectivos funcionan sólo con monedas). En ese momento el problema eran las monedas, y no se hablaba de otra cosa, por lo que recolectar datos personales se hacía un poco difícil de explicar y justificar. Luego se argumentó que al tener los datos personales de todos los usuarios del sistema SUBE, se podría subsidiar el costo del viaje a las personas que más lo necesiten. Esta aplicación de subsidios dirigida implica, inevitablemente, un cruce de información bastante detallado y minucioso: a nadie se le dará un subsidio sólo por tener un número de documento lindo, par, capicúa o algo por el estilo. De esta forma, y con ese argumento —un poco más razonable y temerario—, comenzaron a exigir los datos personales. Y digo exigir porque si no das los datos, no te dan la tarjeta, no podes decir: «Dame una tarjeta anónima y no me des el subsidio». Ya sea que luego vayas a recibir el subsidio o no, tenés que dar los datos personales que te exigen.

Operatoria

Con la tarjeta SUBE uno lo que hace es poner dinero en una cuenta. A diferencia de otros sistemas donde uno compra viajes, con la tarjeta SUBE uno deposita dinero en una «cuenta» y luego, con ese dinero, paga sus viajes. La diferencia es la siguiente: Si uno compra hoy 20 viajes, y mañana el costo del viaje aumenta, no importa, los 20 viajes ya están comprados; uno dispone de 20 viajes que puede utilizar cuando quiera. En cambio, con la tarjeta SUBE, si hoy se depositan $20 y mañana el boleto aumenta, y pasa a costar $10, sólo se pueden hacer 2 viajes ($10 cada viaje). Uno adelanta dinero (y digo que lo adelanta porque uno se deshace del dinero) sin ningún beneficio a cambio.

En mi caso, no tener la tarjeta SUBE me incrementó el costo de cada viaje en $0,75. Es una diferencia que hoy puedo pagar; y que prefiero pagar a cambio de defender mis convicciones y mi privacidad. No está bueno que nos acostumbremos a dar datos personales tan fácilmente, y últimamente lo hacemos con mucha frecuencia; incluso sin darnos cuenta. No importa lo que pienses del SUBE, o qué opines de las personas que ahora lo están impulsando, promoviendo y juntando datos, una vez que diste tus datos, los diste; tenés que pensar que pueden hacer con esos datos las peores manos en las que puedan caer, no las mejores. No importa si los que están ahora son buenos, o son tus amigos, pueden venir luego —y lamentablemente seguro vendrán— otros que no sean ni buenos ni tus amigos, y ellos ya van a tener todos tus datos, tus costumbres y tus movimientos a su disposición.

Entiendo que no todos los casos son iguales, que no todas las situaciones son iguales y que a todos nos aprieta el zapato en un lugar distinto, pero si estás de acuerdo con alguno de los argumentos, deberías defenderlo. Adelantar plata así como así no está bueno, y defender nuestra privacidad es nuestra obligación. Costó mucho conseguir nuestros derechos, y no merecen ser mal vendidos, al contrario, merecen nuestro compromiso y nuestra contante lucha por defenderlos, mantenerlos e incluso mejorarlos.

Caídas

                       No todas
                               las caídas
                                           son tan
                                                      malas